¡Al agua, gallinas! nos reclama el general McCallagan, (que no es un general, ni se llama McCallagan), pero él no se mete en la piscina. Y a nosotros, la verdad, es que tanta agua nos impone un poquitoà Pero si él tiene tantas ganas de que nos metamos, ¿por qué no empezar por él mismo?
Reseña de la editorial