Al pequeño dragón le gustaba tanto comer frambuesas que tenía la piel completamente salpicada de lunares rojos. Todos los demás dragones se burlaban de él porque no era verde. ¿Habrá algún sitio donde ser diferente no sea algo de lo que avergonzarse?
Un estupendo cuento que muestra la fuerza de la amistad y la superación personal.
Reseña de la editorial