Al hilo de la magnífica acogida que merecieron La guerra de Alan y La infancia de Alan, Emmanuel Guibert continúa el espléndido fresco sobre la vida de Alan Ingram Cope, su querido amigo norteamericano. En un ejercicio de evocación cargado de nostalgia, mediante un dibujo suntuoso, Guibert consigue captar la esencia de una América extinguida, al tiempo que rinde un emotivo homenaje a una persona humilde y entrañable, alguien que solía decir: «Somos las personas de las que hablamos.»
En esta nueva entrega, Guibert describe con exquisita sensibilidad el impacto afectivo del primer amor y su posterior pérdida. En un viaje a la infancia del protagonista, conocemos su amistad con Martha Marshall, una compañera de escuela. Así, desde los juegos y las travesuras infantiles hasta las reuniones semanales en el coro de la iglesia presbiteriana, seguimos los pasos de Alan: la dura experiencia de su orfandad repentina, la vida de un chico en la California de los años treinta, durante la Gran Depresión. Con el transcurrir del tiempo, su relación íntima con Martha se va diluyendo hasta perderse sin remedio cuando Alan parte a la guerra y se consuma la separación.
Reseña de la editorial