Es el año 1918 y Howard Phillips se considera poeta: está bien, quizá no un gran poeta, tal vez anticuado, encorsetado en formas y métodos dieciochescos, pero es que así pone tierra de por medio respecto a su propia época y literatura, el Modernismo de un tal Eliot. En Psychopompos, Lovecraft echa mano por única vez en su carrera de una iconografia convencional del terror. Eso es Lovecraft, un poeta, y no precisamente un falsete de Dryden o de Pope, sino algo mejor, algo incluso más prometedor que el decepcionanate hombre lobo liquidado de un hachazo... texto extraído del prólogo de JUAN ANDRÉS GARCÍA ROMÁN, quien también se ha encargado de la traducción. Este libro contiene el manuscrito original aportado por la Howard P. Lovecraft Collection de Brown University Library.
Reseña de la editorial