Aunque su piel era blanca, Julen había nacido en el continente africano y nunca se había sentido extraño allí. Ni los congoleños sentían aversión alguna hacia él. Él amaba aquella tierra, a pesar de que ahora estudiara en Estados Unidos. Por eso, ansiaba reencontrarse con ese paisaje, con la selva, de colores vivos, verdes, amarillos, grises, naranjas, marrones... Regresaba a casa de su abuelo, director del Parque Nacional de Virunga; regresaba a su hogar. Lo que no esperaba era que su llegada coincidiera con los ataques de un viejo león solitario y que el hechicero Buku incitara a la gente de los poblados contra su familia. Igual que tampoco esperaba que su compañera de juegos se hubiese convertido en esa belleza de ojos brillantes que destacaban en el óvalo de su rostro oscuro como la noche. «Apasionante novela de aventuras situada en el enigmático y fascinante continente africano. En pleno siglo XXI, la belleza de África y sus tradiciones conviven con la falta de escrúpulos. Y en medio de este torbellino, dos jóvenes».
Reseña de la editorial