Tyler Cross acepta un trabajo sencillo, rápido y limpio que resulta no ser lo que parece. Todo se tuerce y acaba con los huesos en Angola, una penitenciaría de Luisiana.
Angola no es una prisión. Su función no es la de encerrar a los criminales, ni muchos menos rehabilitarlos.
Al igual que en el primer tomo, vemos en Tyler Cross. Angola una oda al género negro, con violencia y crimen que nos recuerda al subgénero literario hard-boiled.
Reseña de la editorial